Todo empezó tan simple:
con el calor de tu boca, con tu sutil tacto.
Poco a poco te fui despojando de tu ropa, lentamente,
disfrutando cada botón, hasta que no quedo nada mas que piel,
tu blanca piel, tu cálida y hermosa piel.
Respire su aroma, toxico, dulce, masculino.
Y así descendí por tu cuello palpitante, por tu pecho donde me enredé en ese bosque
de vello y baje mas para llegar al pozo de tu ombligo.
Yo salivaba cual perro hambriento por tu carne, por tu miembro, tu respiración era mi compás
para tocar tus piernas, tus nalgas.
Mis manos en tu espalda queriéndote arrancar pedazos de vida
para guardarlos en mi ser, mi pérfida lengua vibra con tus muslos calientes.
Quisiera alargar eternamente tu placer, que mueras en un éxtasis, que detengamos
esos preciados segundos donde eres tan mio.
Sin embargo acabas, termina esta pequeña muerte.
Miro tus ojos, esta esa sonrisa bella, tu jadeante respiracion, tu piel
perlada en sudor.
Te sonrío, limpio tu sudor, te beso.